martes, 28 de enero de 2020

El arquero que ordena a todo el mundo


Juan Molesto es el capitán de Ordenados FC. Siempre se encargó de decirle a sus compañeros donde se tenían que ubicar en la cancha durante los partidos, pero se comió al personaje y ahora no puede parar de hacerlo en su vida cotidiana.



Por Roi Waremkraut

Es muy común que dentro de un equipo de fútbol el arquero sea el encargado de ordenar a sus compañeros desde el fondo, porque es el que tiene un mejor panorama de toda la cancha. Sin embargo, el caso de Juan Molesto es único. Los jugadores de Ordenados FC comentan que al principio era muy callado y le tenían que pedir por favor que hable para que el equipo ocupara mejor los espacios y no perdiera las marcas. Pero en algún momento las cosas se les fueron de las manos y terminaron creando un monstruo.
Una vez que Juan le tomó el gustito a darle órdenes a sus compañeros, no paró más. Ahora está los 50 minutos que dura cada partido gritándole a todo el mundo. De hecho, el equipo está sufriendo una sangría de futbolistas porque no se lo bancan más y cada fin de semana cuesta llegar al número para presentarse a jugar. Felipe es uno de los que abandonó a mitad del Torneo Apertura y explica: “Me hinché las pelotas. Yo juego de lateral por izquierda y este tipo me tenía alquilado. Cuando pasaba al ataque me puteaba y me gritaba constantemente para que baje a marcar, y cuando me quedaba en la defensa me rompía los huevos para que me proyectara”.
El problema es que Juan ya no le habla solo a sus compañeros, sino que ahora también le grita órdenes a los rivales y a los árbitros. En el último partido contra Bayern Núñez, no paró de darle indicaciones al nueve contrario. “Así no le vas a hacer un gol a nadie flaco, tenés que anticipar a la marca”, le decía. Y a Carlos, el juez del encuentro, lo increpaba porque no estaba cerca de la jugada. “Vos tenés que estar parado ahí, a cinco metros de la pelota. No puede ser que cobres desde allá”, le gritaba haciendo gestos ampulosos.
Los jugadores de Odenados FC, los árbitros de TdeA y algunos capitanes de otros equipos ya están organizando reuniones para ver qué hacen con este muchacho. Pero ahora el problema ya es demasiado grande y escapa a su intervención, porque Juan traspasó el umbral de la locura y su necesidad de ordenar a la gente se volvió parte de su cotidianeidad.
Por las calles de Núñez se cuenta que lo vieron arriba de un colectivo 42, como si fuera un vendedor ambulante, pero en lugar de ofrecer productos, Juan estaba parado delante de todo, al lado del conductor, gritándoles a los pasajeros a donde tenían que ubicarse para que hubiese más lugar. Otros lo vieron en un banco, parado al lado de un cajero automático, intentando explicarle a cada persona cómo tenía que hacer la operación que necesitaba.
Tal vez lo mejor sería que viera a un psiquiatra, pero los padres ya están resignados. “Seguro que va a terminar dándole indicaciones al doctor sobre cómo tiene que atender a los pacientes. Me parece que la única salida que nos queda es pegarnos un corchazo”, sentencian con demasiado drama.

viernes, 24 de enero de 2020

El vende humo del equipo


Todo plantel cuenta con un motivador nato, aquel que siempre está pendiente de levantar el ánimo de sus compañeros en cada partido, y después mete un gol en contra.

Por Roi Waremkraut

Hay funciones que no pueden faltar en un equipo de fútbol que quiera pelar por cosas importantes. Tiene que haber un arquero de categoría que brinde seguridad y aparezca en los momentos decisivos, un volante central que sea el termómetro del equipo, un nueve que te clave al menos un gol por partido y un vende humo que se encargue de motivar a todos aunque no sepa patear la pelota.

¿Quién no conoce a ese lateral por izquierda que antes de cada partido le grita a todo el mundo: “A estos nos los comemos crudos”, “hoy salimos de la malaria” o “el que crea que no podemos ganar que no entre a la cancha”? Usualmente, es el mismo lateral izquierdo que a los 5 minutos del primer tiempo falla un pase y le deja servido el gol al nueve rival, y después se va expulsado faltando 10 minutos por pegar una patada de burro e insultar al árbitro.

También está el típico número cinco que vende humo ordenando constantemente a todos sus compañeros adentro de la cancha, que exige compromiso en la semana pidiendo que todos coman sano y hagan ejercicio para llegar bien al partido, y después camina la cancha y hace pases laterales sin ninguna utilidad.

Más de un lector estará pensando en ese arquero que se la pasa felicitando a todos los jugadores de campo, aplaudiendo los intentos de buen juego aunque salgan mal o los remates al arco que se terminan yendo al lateral. Normalmente es el mismo arquero que calcula mal en el primer centro al área, sale a cualquier lado y cuando se quiere dar cuenta el equipo ya está sacando del medio. Igual nunca pierde la moral y segundos después de haberse comido el gol ya está con los aplausos y otra vez a los gritos: “No pasó nada muchachos, dale”.

Aunque sean fábricas contaminantes de humo, es imprescindible tener a este tipo de compañeros en el equipo, porque si no entraríamos dormidos a la cancha o no iríamos a jugar. Si falta la motivación, el fútbol pierde algo de gusto. Además, después del partido siempre vamos a tomar una birra y podemos descansar al vende humo a piacere.