El gordito,
el chueco, el encorvado...Sobran ejemplos de hombres que no tienen pinta de futbolistas
pero a la hora de los bifes son la figura del partido.
Por Roi Waremkraut
Cuando uno
no conoce al rival de turno, suele dejarse guiar por las apariencias. Uno llega
a la cancha y mira a los contrarios para ver qué pinta tienen, si son
grandotes, jóvenes y esbeltos, o por el contrario son chiquitos, avejentados y
fuera de forma. De cualquier manera, el prejuicio es un mal consejero y todos
nos hemos llevado sorpresas, de las buenas y de las malas.
En TdeA el
caso más conocido es el de Manuel Soso, un jugador de fútbol 8 petiso y
gordito, que a primera vista no parece un deportista de ninguna disciplina,
pero cuando suena el silbato se transforma en un crack de otro planeta. Le ha
pintado la cara a más de uno que no lo conocía. Pasaron defensores de todo tipo
que fueron a marcarlo livianamente y quedaron en ridículo ante una velocidad y
talento impensados.
También
está el caso de Franco Mentira, el jugador de Galácticos FC que con su físico
trabajado parece un futbolista profesional, y cada vez que toca la pelota
parece que es la primera vez en su vida. Los rivales le temen en la previa de
los partidos y después juegan a ver quién le tira más caños.
En
definitiva, tanto en el fútbol como en la vida las apariencias engañan y no hay
que dejarse llevar por los prejuicios porque te pueden bailar.