Néstor Rojas juega en Golpeadores FC y tiene la
característica particular de haber sido expulsado en todos y cada uno de los
partidos que jugó en TdeA.
Por Roi Waremkraut
¿Qué te pasa Néstor?
Le hago honor a mi apellido. A mi viejo no le
gustaba terminar los partidos, lo mismo mi abuelo, y así para atrás. Cuenta la
historia que mi tatarabuelo, Eustaquio Rojas, fue el primer expulsado de la
historia del fútbol argentino, en un partido entre trabajadores portuarios de
Buenos Aires y marineros ingleses. Yo tengo la responsabilidad de continuar con
esa tradición.
¿Pero tus compañeros no te putean?
Algunos sí, pero yo avisé de entrada cómo es mi
juego. Además, juego menos de la mitad de los partidos, por las suspensiones. Y
cuando tenemos que jugar algún partido importante, calculo bien para que me
echen al final, cuando está todo definido.
¿En qué posición te movés?
Puedo ser defensor o volante central. Me gusta
más jugar en el medio, porque hay más opciones para la patada o el codazo. Ahí
siempre se junta gente y en el tumulto puedo aprovechar para cumplir con mi
tarea.
¿Te encontraste con algún árbitro que no te
quisiera expulsar?
Sí, en un amistoso de pretemporada me dirigió
Legui y antes del partido me llevó a un costado y me dijo: “Hoy se te acaba, no
podés irte siempre expulsado.”. Me
cansé de pegar ese partido, íbamos ganando y hacía tiempo deliberadamente, usé
todas las herramientas porque sabía que iba a estar difícil. Finalmente, me echó.
No se entiende por qué tus compañeros te siguen
incluyendo en el equipo.
Es que cumplo un rol fundamental. Ellos
estudian antes de cada partido a los rivales para saber quién es el distinto,
el que nos puede complicar. Entonces yo me encargo de sacarlo de la cancha con
una buena patada. El rival se queda sin su figura y nosotros con un jugador
menos, la mayoría de las veces es negocio.
¿Recordás cuál fue tu mejor expulsión?
Por supuesto, fue en una semifinal contra La
Tiene el Tano. Estábamos ganando por uno y ellos sacaron un contragolpe que era
gol seguro faltando 2 minutos. Eran dos de ellos contra mí, que era el último
hombre, y el arquero. Me tiré en plancha para adelante con las dos piernas bien
abiertas y los agarré a los dos, afuera del área.
Roja para mí y clasificación a la final para Golpeadores.
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