Martín Antijuez es el capitán y volante central
de Protesta FC. Cuando se dedica a jugar al fútbol es uno de los mejores de
TdeA, pero tiene el defecto de que siempre se desconcentra por discutir con los
árbitros.
Por Roi Waremkraut
Los futbolistas profesionales en Argentina son un mal ejemplo para los
amateurs y generan monstruos que a veces son difíciles de controlar. Las
constantes protestas y discusiones con los árbitros que se ven en la Superliga
crearon la apariencia de que eso es parte del juego, es normal, y por lo tanto
se repite en todos los niveles. De todas maneras, el caso de Martín Antijuez es
especial.
“Cada vez que termino de dirigir un partido de Protesta FC, pienso en
renunciar a la profesión. Me tienen los huevos de alfombra, sobre todo ese
Antijuez. Juega bien el pibe, pero me habla durante los cincuenta minutos.
Algún día me voy a retirar para dedicarme a mi
verdadera vocación: el arreglo de celulares”, cuenta Legui, árbitro experimentado
de TdeA.
El problema es que a Antijuez le gusta más pelearse con los árbitros que
jugar a la pelota. Normalmente, su equipo juega los sábados por la mañana y
Martín ya tiene una rutina para realizar después de cada encuentro. Una vez que
el juez señala el final del partido, él se le va al humo para discutirle cada
jugada. Tiene un asistente afuera del campo que anota las acciones polémicas y
se le acerca después del partido para recordarle lo que tiene que protestar.
Martín lo sigue al árbitro hasta afuera de la cancha y no lo deja en paz
hasta haber tratado todos y cada uno de los puntos polémicos que tiene en su
lista y, por supuesto, nunca termina conforme, sobre todo porque la mayoría de
los árbitros ya prefiere ignorarlo.
Pero el tema no acaba ahí. Cuando termina de irritar al juez y a todos
los que lo rodean, Martín se va puteando a los gritos hasta el vestuario, se
baña, se cambia y vuelve para ver el resto de los partidos de la jornada. Sin
importar si el árbitro que está dirigiendo es el mismo que estuvo en el partido
de su equipo, él se queda al costado del campo y le grita en cada cobro. “¿Qué
cobrás?”, “¡eso es amarilla!”, “este tipo se está sacando el partido de encima”,
“esto es culpa de la corrupción en la AFA, si las elecciones terminan 38 a 38,
¿Qué querés?”, comenta solo, sin interlocutores, por el simple gusto de
quejarse.
La situación ya se
tornó insoportable para los jueces, que están planeando una reunión conjunta
entre el SADRA y la Asociación Argentina de Árbitros, solamente para tratar el
caso de Martín Antijuez, el enemigo acérrimo de los colegiados.
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