La denuncia de Macarena Sánchez, ex jugadora de la UAI
Urquiza, puso luz sobre la realidad del fútbol femenino en Argentina y le dio
impulso a la pelea por la profesionalización.
Por Roi Waremkraut
Las mujeres siempre jugaron al fútbol, simplemente estaban
invisibilizadas. Ellas están luchando por sus derechos, el movimiento feminista
se convirtió en un actor principal del debate público y, en este contexto, solo
hacía falta una chispa para encender la mecha de una pelea que está sobre el
tapete y no va a parar hasta lograr su objetivo: la profesionalización del fútbol
femenino.
Esa chispa la puso Macarena Sánchez, jugadora que llevaba siete
años en UAI Urquiza, equipo que milita que en el Torneo de Primera División y
que participó de la Copa Libertadores. Maca fue echada en enero de este año y debido
a la relación laboral ilegal que tenía con la institución (recibía un pago
mínimo como viático y figuraba como empleada administrativa) y a que el fútbol
femenino no es profesional en el país, no tuvo indemnización y quedó libre
hasta el segundo semestre del año, cuando podrá buscar un nuevo club.
La futbolista de 27 años de edad denunció a UAI Urquiza y a
la AFA por la situación, pero solo recibió respuestas negativas ya que
desconocieron cualquier vínculo dada la ausencia de papeles. Su caso recorrió
el país y el mundo. Macarena se encargó de brindar entrevistas y difundir su
lucha por las redes sociales, y rápidamente se convirtió en un movimiento en
busca de la regularización del fútbol femenino.
Hace años que la FIFA tiene como prioridad, aunque sea discursivamente,
el crecimiento del fútbol femenino. En ese sentido, la CONMEBOL decidió que a
partir del año que viene, los clubes que no tengan un equipo femenino no podrán
participar de las copas internacionales masculinas (Libertadores y
Sudamericana). Esto hizo que todas las instituciones se pusieran en campaña
para tener su alineación de mujeres.
Lógicamente, las chicas le dedican a la práctica deportiva
el mismo tiempo que los hombres. Entrenan durante la semana y juegan los fines
de semana. Eso implica tiempo de esfuerzo, de trabajo por los clubes, que
debería ser remunerado aunque no produzcan el caudal monetario que genera el
fútbol masculino. Y de hecho en muchos equipos, como en el caso de UAI Urquiza,
las mujeres reciben un pago por su trabajo, pero los dirigentes se aprovechan
de la ilegalidad del campo para contratarlas de manera precarizada y deshacerse
de ellas sin ninguna consecuencia.
“Ninguna jugadora de
fútbol tiene contrato, hay una relación laboral encubierta en la
que pactan con las jóvenes para que realicen tareas administrativas. Y así
justifican el salario de jugadora profesional, pero el club ganó torneos y las
reconoce públicamente como tales”, declara Melisa García, una de las
abogadas que asesora a Macarena Sánchez.
Figuras del fútbol argentino como Juan Pablo Sorín y
Leonardo Ponzio ya les dieron su apoyo a las chicas, que cada vez están más
organizadas y obtienen una mayor visibilización en los medios. Además, en junio
se realizará el Mundial de Fútbol Femenino en Polonia con la participación de
la Selección argentina. Es solo cuestión de tiempo para que esta lucha triunfe
y las mujeres tengan este derecho que todavía les niegan.
Foto: elpais.com
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