Por Roi Waremkraut
En una tarde nublada en el barrio de La Boca se disputó el clásico más importante del fútbol argentino, con el estadio Alberto J. Armando colmado de hinchas boquenses. Sin embargo, la alegría fue para el cuadro de Nuñez. El conjunto de Marcelo Gallardo no tuvo que esforzarse demasiado para derrotar por 3 a 1 al de Guillermo Barros Schelotto. Con un planteo inteligente, que consistía en cortar el juego de Boca en la mitad de la cancha y salir rápido de contra, le alcanzó para superar a su rival y quedarse con tres puntos vitales en la lucha por el torneo.
Las intenciones del millonario fueron claras desde el comienzo. El plan del Muñeco fue esperar detrás de mitad de cancha, presionar a los volantes contrarios para obligarlos a jugar de espaldas y dejar jugar a Insaurralde y Vergini, menos duchos con la pelota en los pies. Una vez que River recuperara la pelota, la idea era jugar en forma veloz y vertical para los delanteros, que podían encontrar mucho espacio para atacar entre la defensa y la línea media del local. Lo proyectado salió a la perfección. Los dos primeros goles llegaron como el entrenador riverplatense había pensado. Primero con una gran definición del Pity Martinez tras un centro de Moreira y, poco después, con un remate de Lucas Alario, que Rossi no llegó a desviar lo suficiente para que la pelota no entrara en el arco.
Antes de esos goles, Boca ya había sufrido un golpe importante. Su figura más desequilibrante, Ricardo Centurión, sintió un pinchazo en la parte posterior del muslo derecho que lo obligó a salir del campo de juego y en su lugar ingresó Walter Bou. Con o sin Ricky en cancha, lo de Boca en la primera etapa fue muy pobre y estuvo cerca de irse al vestuario con una diferencia mayor en su contra, pero Gago y Batalla tenían una sorpresa preparada para el último minuto. El volante pateó un tiro libre a cuarenta metros del arco que, increíblemente, se metió por encima del uno de River, cómplice necesario del descuento. Un dos a uno mentiroso fue el resultado con el que se fueron al descanso y los de azul y amarillo se ilusionaban con una segunda mitad diferente.
En efecto, Boca salió de otra manera a disputar el complemento. Con más orden y mejor control de balón, contó con varias oportunidades para igualar el encuentro. Pero Pavón, Bou, Benedetto, Peruzzi y Bentancur no fueron efectivos cuando Boca los necesitó. La entrada de Wilmar Barrios por Pablo Pérez mostró que el colombiano es una pieza que no puede faltar en el conjunto del mellizo, pero no alcanzó para cambiar el destino. En tiempo cumplido y con el Xeneize jugado en ataque, Gago perdió una pelota fácil en la mitad de la cancha y la jugada terminó en el tanto de Driussi, que puso cifras definitivas al superclásico.
La victoria lo pone a River en carrera por el campeonato, ya que quedó a cuatro unidades de Boca, pero con un partido menos, que será frente a Atlético Tucumán de visitante. De ganar ese
encuentro, el Millonario se pondría a un punto de Boca, a falta de seis fechas para la finalización del torneo. Se viene una definición apasionante.
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